miércoles, 6 de octubre de 2010

Buenos impersonales

Los buenos gestos, esos que a la larga te convierten en una heroína y santa, se convierten en el mayor dolor que el ser humano pueda alojar en su cabeza... Y mas si los haces en época de estudios o de concentración mental. Duelen sí. Esos gestos que deberían estar prohibidos por ley y que sin embargo los repetimos una y otra vez solo por el que dirán o la satisfacción que sientas al recordarlos años después.


En una clase donde faltó el profesor, algunos amigos (yo entre ellos) comenzamos ha hablar de buenas y malas acciones: ¿Es posible separarse de la gente que más quieres solo por el simple hecho de que haya un problema a la vista? ¿Es acaso razonable quedarte solo ante el peligro? Son preguntas que azoraban nuestras cabezas y hoy siguen haciéndolo al menos en la mía...
Porque yo opinaba en aquel momento que si estas con una persona, debías llegar con ella hasta el final: sus problemas serían los tuyos, tus alegrías las suyas... Todo compartido. Pero hace nada acabo de unirme al club de los "egoístas y santos", sí, esos que hacen un buen gesto (incluso haciendo daño en mi caso) para ahorrarle el disgusto a la persona que mas quieres. Soy egoísta sí, porque esa persona quiere compartir conmigo mi problema, quiere que juntos podamos vencerlo y ser así las personas más felices... Pero no, no puedo hacer eso, no puedo regalarle esa desgracia... egoísta es la palabra que mas retumba en mi cabeza porque es lo último que me ha dicho. ¿Entonces? ¿Tengo derecho a que me esperen todas las personas que deje en el camino?... No, es mas, me siento la última basura haciendo esto.

Sinceramente no entiendo como hay personas que hacen estas cosas día a día para que a la larga tengan esa grata satisfacción... ¿Y no se dan cuenta de que solo les quedara eso?
No serán personas, solo recuerdos...