Igual que cuando un personaje secundario se convierte en protagonista. Sabes
que está ahí y solo destaca en momentos puntuales. Ese protagonista te ciega
con su luz de grandeza impidiendo verlos. Grandes esos personajes secundarios
que al final consiguen hacerte llorar, esos que después de tanto siguen así,
esos que matan al “prota” malo y acaban besándote.
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