miércoles, 11 de enero de 2012

¿Quién me iba a decir que sonreiría otra vez?

Esta entrada esta carente de cualquier reflexión filosófica, pero no puedo evitar callarla. Creo que dentro de unos meses me gustará volver a leerla porqué, cuenta como por fin salen algunos pájaros de mi cabeza... Es temprano aún sí. Pero me gusta esta sensación, y quien sabe, tal vez no vuelva a mirar a esa persona. O al menos con esos ojos...
No lo soñé en la vida. Tal vez porque no quería soñarlo, pero deseaba perderlo de mi cabeza de una vez por todas... Y creo que por fin lo logré.

¡Es tan sencillo vivir ahora! Lo que es levantarse con algo y dormir con eso mismo, taladrándote la cabeza hasta volverte loca: HA DESAPARECIDO.
Por un momento (largo momento) olvidé mi valentía y venció sobre mi una sensación hasta ahora desconocida. Pero como en todas las guerras, no hay vencedores, no hay vencidos. Todo acaba como el principio. Solo cambia la mentalidad de las personas...
Pues bien, esta guerra me va enseñando poco a poco. Por lo pronto se abrir los brazos, a los que se lo merecen. Y se cerrarlos a los que no.
Como todas las cosas en la vida, las acabo perdiendo. Y esta, no iba a ser una menos. Pero esta perdida me gusta. Me encanta.


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